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Foto del escritorRocío García Olmedo

CARMEN


Las mujeres desde todas las trincheras, como ha sido a lo largo de la construcción de nuestro país, hemos estado presentes.

Ejemplo de ello es un capítulo de nuestra historia poblana, que nos permite continuar reivindicando el papel de las mujeres revolucionarias en el movimiento social de 1910: el episodio protagonizado por Doña Carmen Serdán Alatriste, que por fortuna muchos/as historiadoras y escritoras han rescatado y que hoy, con motivo del 109 aniversario del inicio en la Revolución Mexicana recordamos.

Para comprender la magnitud del acto heroico de Carmen es necesario regresar la mirada al contexto social en el que Carmen y las mujeres de principios del Siglo XX vivieron, y reconstruir la historia en un tiempo en el que la responsabilidad política, era cosa de hombres.

De ahí su importancia, incluso para rescatar el pensamiento y acción de las mujeres poblanas de esa época.

Carmen Serdán era la mayor de tres hermanos: Aquiles, Natalia y Máximo; fue cabeza de un grupo de arriesgadas mujeres entre las que se encontraban su madre, doña Carmen Serdán Alatriste; su hermana, Natalia Serdán; Filomena Del Valle, cuñada y esposa de Aquiles y las hermanas Guadalupe, Rosa y María Narváez Bautista, conocidas como las socias de Carmen Serdán. Todas ellas, inteligentes y audaces damas de la sociedad poblana.

Su presencia en el movimiento revolucionario fue definitiva para que estallara la Revolución en el sitio de Puebla, pero también para que las ideas maderistas de no reelección se extendieran no solo en nuestra entidad poblana, también en otras regiones del país gracias a las cartas y correos de los clubes feministas.

Carmen hereda las ideas libertarias de su abuelo, don Miguel Cástulo Alatriste, gobernador de Puebla en dos periodos, aliado de Benito Juárez, recordado por su lealtad a la patria al momento de ser fusilado: “Tiren con valor que muero por mi patria”, frase que a Carmen le gusta repetir entre sus amigas. Su padre, Manuel Serdán, redactor de La ley del pueblo, que constituye el primer plan de reforma agraria para el país, hecho que le causa la cárcel y varias persecuciones. Para Carmen, La Ley del pueblo es una lectura de su infancia, la cual casi repite de memoria.

Carmen Serdán participa de las ideas de los hermanos Flores Magón, quienes desde su trinchera, en el periódico Regeneración, logran trasmitir principios anti reeleccionistas entre sus seguidores y difundir la corrupción del gobierno de Porfirio Díaz. Carmen y Aquiles comparten las ideas de los Flores Magón y colaboran con algunos artículos publicados también en El hijo del Ahuizote y en el Diario del Hogar.

La casa de Santa Clara –donde para entonces ya vivían- se convierte en un verdadero centro de debates y discusión política. Carmen organiza sesiones y encuentros con intelectuales liberales; crea uno de los primeros clubes anti reeleccionistas de la época, y se dedica a leer todos los diarios de la oposición para tener un conocimiento de quienes son los personajes de la política mexicana enemigos de la libertad y del cambio de régimen presidencial. Funda y forma parte de la Junta Revolucionaria de Puebla.

Documentos en el Museo Nacional de Historia y en el Archivo General de la Nació, muestran su militancia durante los primeros años del movimiento, y confirman su participación como precursora del movimiento armado de 1910.

En mayo de 1910, Madero visita Puebla. Aquiles y Carmen Serdán son los anfitriones. Con ayuda de su madre, su hermana y su cuñada, así como de las hermanas Guadalupe, Rosa y María Bautista Narváez, “las socias” organizan la recepción a Madero y le presenta al grupo de mujeres poblanas que lo apoya.

Madero expresa su plan para la Presidencia una vez derrotado Díaz. Al ser interrogado por las mujeres, sobre sus ideas para las mujeres, Madero se expresa con total libertad y expone que dentro de este plan se encuentran planteamientos de equidad para las mujeres, cosa que entusiasma a todas las damas. Habla de la igualdad en el trabajo y en la remuneración, pero también queda muy impresionado de la formación política de Carmen y de este grupo de mujeres, al cual se une posteriormente su esposa Sara Pérez de Madero, otra activa mujer revolucionaria.

Acercada la fecha en la que se definía el Inicio de la Revolución mexicana el 20 de noviembre, Francisco I. Madero es descubierto por los partidarios de Díaz, viaja a San Antonio Texas junto con Aquiles y otros seguidores. Carmen a encargo de los revolucionarios, viaja a Estados Unidos para encontrarse con su hermano Aquiles y con Francisco I. Madero e informarles de las gestiones y avances de la conspiración. Les lleva información y dinero para regresar a México.

Carmen para entonces ya encabeza la organización de la rebelión planeada para el 20 de noviembre, inventa un lenguaje en clave para comunicarse con Aquiles en San Antonio. Mensajes cifrados y escritos en diferentes diarios con el seudónimo Marcos Serrato.

Es poco conocido en la historia que en ese periodo de altísimo riesgo para los rebeldes, las mujeres del Club Femenil toman por su cuenta las actividades y preparativos de guerra, porque los hombres son vigilados por el ejército federal y la policía del gobernador Mucio Martínez.

Así, las Serdán y las Bautista Narváez llevan propaganda, difunden el Plan de San Luis, ocultan las armas, ordenan la fabricación de bombas compran y distribuyen municiones y pólvora entre los seguidores.

El 17 de noviembre de 1910, el gobernador de Puebla Mucio Martínez, recibe informes de que Madero ha llamado a sus seguidores para que inicien la revuelta, ordena que a la mañana siguiente se realice un cateo en la casa de los Serdán para detenerlos vivos o muertos. Ese mismo día Aquiles Serdán reúne a sus seguidores y propone adelantarse a la fecha establecida. En la mañana del 18 de noviembre, treinta policías al mando del general Cabrera, y del mayor Fregoso pretenden penetrar por fuerza a la casa de los Serdán. Ella, Aquiles y otros aliados en el interior de la casa y su hermano Máximo en la azotea, hacen frente al ataque de la policía armada.

Aquiles, a petición de las mujeres de su familia, se esconde en el sótano y ellas hacen frente al ataque armado. Carmen encabeza la estrategia de defensa y sale al balcón, con el rifle en la mano, a rechazar cualquier intención de sometimiento. “Más vale morir combatiendo” son sus palabras al disparar e invitar a la gente a unirse a la revolución. Una bala alcanza a herirla en la espalda, pero ella la ignora.

Tras una noche de combate, las mujeres Serdán son hechas prisioneras y Aquiles permanece en su escondite por otras largas horas mientras su esposa, su madre y sus hermanas son llevadas a prisión, donde permanecen por seis meses.

Estallada la revolución y muertos sus hermanos Aquiles y Máximo, Carmen se convierte en una activa organizadora de las juntas revolucionarias de Puebla para continuar con la lucha, participa en la Revolución, distribuyó armas, fue correo a favor del movimiento e imprimió proclamas, sostiene entrevistas con Venustiano Carranza. Posteriormente se incorporó como enfermera en los hospitales de las fuerzas combatientes.

Después de una larga vida de lucha, al triunfo del constitucionalismo Carmen Serdán se retira a la vida privada en Puebla y muere en la ciudad de México el 21 de agosto de 1948, a la edad de 73 años. El mejor legado de Carmen son sus escritos, sus reflexiones y su vida como testimonio revolucionario de una mujer adelantada a su tiempo.

@rgolmedo

Palabra de Mujer Atlixco

rociogarciaolmedo.com


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